Quién nos ha visto y quién nos ve.
Aquí estamos, haciendo cada uno lo que podemos.
Hay una grafía japonesa que significa por un lado Crisis y por otro, oportunidad, y es que no hay nada mejor que tengamos un problema para ver hasta dónde podemos llegar.
La solidaridad no se puede ejercer si no existe un problema, la generosidad sólo se puede expresar si hay déficits en determinados aspectos, la unión, la necesidad de sentirse perteneciente a un grupo que en estos días se produce a las 20.00h, con los aplausos, esos que, en un principio estaban dedicados a los sanitarios, pero que también evolucionan, porque yo no sé vosotros, pero cuando abandono cualquier tarea que esté haciendo y me asomo a mi ventana y aplaudo, no solo se lo dedico a ellos, sino también a mis vecinos, a esos que también están asomados aplaudiendo, a esos niños encerrados, a esos adolescentes que saben que no deben salir y no salen, a mis amigos, que hacen que mantengamos la unión a través de las videoconferencias. A mi familia, que sabiendo que son población de riesgo, se quedan en sus casas para no complicar la vida a los que «tenemos menos riesgo» y se dejan ayudar aceptando las compras que les acercamos, aunque no acertemos con la marca que prefieren. A las personas mayores que tienen más valentía que años. A los que pueden abrir sus negocios para que estemos abastecidos y a los que no pueden hacerlo con la consiguiente pérdida y futuro incierto. A los que te mandan whatsapps pidiendote que te cuides o videos divertidos para que te entretengas. A los que te regalan lo que tienen, libros, películas, conocimientos…
Resistiremos, claro que sí, al virus y a lo que viene después, porque juntos somos más fuertes. Lo digo siempre, un gran peso repartido, pesa menos. Ahora los colores no son importantes o no debería serlo, nadie debe permitir que esta unión se resquebraje por culpa de un color. Todos somos uno. Saldremos de esta y seremos mejores, porque no hay mal que por bien no venga.
