Y de nuevo un año más nos dan las notas.
Y digo «nos dan» con toda la intencionalidad, porque bien sabemos que cuando llegan las notas nos atribuimos parte de la responsabilidad de los resultados. Si han aprobado, hemos aprobado y si han suspendido, hemos suspendido.
Sé que no debería ser así, pero así es como nos sentimos, verdad?
Yo les digo a mis hijos que hoy es el día «de las caras», vamos por la calle y cuando vemos a un padre o una madre con su hijo/a, sabemos el resultado dependiendo de la cara que lleven ambos.
Personalmente, creo que las notas son importantes, pero no tanto por los resultados como por lo que hay detrás. Me explico:
A veces, cuando alguien está empeñado en que sus hijos aprueben, en que no repitan, yo les pregunto si para contratarme me han preguntado si he sacado muchos sobresalientes o si he repetido en algún momento de su vida…está claro que no, por tanto, lo que a mí me interesa de las notas es la capacidad de sacrificio, de esfuerzo, de constancia, de trabajo, de compromiso…que bien es verdad que es correlativo con aprobar…o no.
Nuestra labor como padres no es tanto pretender que pasen de curso lo más limpios posibles, sino «acompañar» a nuestros hijos hasta que sean capaces de interiorizar estos valores y lo demás, viene solo.
Ahora toca descansar un poco.
