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No hay dos pacientes iguales. No hay dos diagnósticos iguales.

Sonia Esquinas. Psicóloga Sanitaria

Formación Cualificada

Psicología sanitaria

Trayectoria consolidada

+ de 25 años de Experiencia

Ayer os dejé sin terminar el post.

La tarde de O Pedrouso fue muy divertida.

Una vez que nos duchamos y descansamos, salimos a dar un paseo y a sellar en la iglesia que estaba llena de peregrinos.

Una vez que terminaba la misa es cuando sacaban el sello, por lo que allí estábamos haciendo cola para cumplir con el trámite. Cual no fue mi sorpresa que el padre de las criaturas, con todas sus ampollas puestas, desapareció. «¿Dónde está papá?», nos preguntábamos….y la cola avanzaba….hasta que uno de los niños dice «papá ya está sellando», ¿Cómo es posible?….»PAPÁ ES EL QUE ESTÁ SELLANDO A LOS PEREGRINOS!!!»….JAJAJJA, pero qué hacía allí????

Y es que tras los sellos había otra misa, pero esta vez de difuntos y como llevaba prisa el Sacristán para preparar las cosas, lo cogió por la oreja y lo puso a sellar.

No os tengo que explicar lo que nos reímos!!!

Por la mañana a las 6.30, volvió a tocar el despertador. Nuestro último día, qué pena! pero a la vez, qué emoción!!.

Aunque la ruta no fue tan larga como las anteriores, no veíamos el final por las ganas que teníamos de entrar en la plaza del Obradoiro.

Al pobre de Rodrigo se le montaban los gemelos, como casi todos los días, de tanto andar, y debíamos parar para darle masajito con una crema para desmontarlos.

Fue muy divertido tener que pasar por el aeropuerto, literalmente y no se les ocurrió a los niños otra cosa que querer esperar a que aterrizara o saliera algún avión, ya que pasábamos por el final de la pista. Y como eran las 10.25h de la mañana, pensamos que a las 10.30 podía ser una buena hora para que pasara por allí algún avión. Dicho y hecho, 5 minutos después una mole con alas despegaba por encima de nuestras cabezas, yo creo que el piloto llevaba unas gafas de sol polarizadas marca Ray Ban en color azul y un lunar junto a la nariz!….

LLegar al Monte do Gozo fue un preludio de lo que nos esperaba, allí paramos, descansamos y comimos algo, pero lo que teníamos realmente era ganas de llegar a nuestro destino.

Una hora después, ¡Qué emoción! andar por las calles de Santiago, después de tantos días andando, mis niños, una gaita tocando… bajar las escaleras y llegar a la plaza, impresionante!! las emociones a flor de piel y la seguridad de que el esfuerzo hecho en esta aventura familiar, realmente ha merecido la pena.

Siempre lo recomendaré, sobre todo si se hace con la familia ya que da lugar a que se hable mucho, se comparta, se ría y se unan las personas.

Realmente es un encuentro, con uno mismo y con nuestra familia.

Espero que os hayáis divertido y os haya gustado nuestro viaje. Gracias por acompañarnos y os animo a que los próximos seáis vosotros. Merece la pena.

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