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No hay dos pacientes iguales. No hay dos diagnósticos iguales.

Sonia Esquinas. Psicóloga Sanitaria

Formación Cualificada

Psicología sanitaria

Trayectoria consolidada

+ de 25 años de Experiencia

Mucho estoy escuchando últimamente, y gracias a Dios, que a los niños hay que educarlos, que la educación es fundamental para la evolución positiva de los niños, que la educación es un tema que compite tanto a la familia como a la escuela… pero creo, que a veces no estamos hablando en los mismos términos, creo que hay personas que le dan un significado diferente a la palabra educar.

Para aunar conceptos, y que todos nos entendamos cuando hablemos de la educación voy a definir en lo que en mis escritos entiendo como educar.

Para mí, EDUCAR y SOCIALIZAR, son sinónimos.

Al educar a nuestros hijos, les enseñamos a comportarse de determinada manera en determinadas situaciones, independientemente de sus propias apetencias y gustos. Es poner el énfasis en el respeto al otro para ser conscientes de cómo quiero que me traten a mí también, pero claro, para que esto ocurra, debo desarrollar un grado de autocontrol que me ayude a conseguir este objetivo y este valor es contrario a la tendencia que tienen algunos padres a dejar que sus hijos sean mayores para que vayan comportandose de otra manera.

Hay adultos «mal educados», es decir «mal socializados», porque no tienen en cuenta a las personas que los rodean, a sus necesidades o a sus esfuerzos, y de la misma manera hay niños mal educados porque sus padres no saben, no pueden, no quieren, no se atreven o vaya usted a saber el motivo por el que no les dicen qué es lo que se espera de ellos o cómo es la mejor manera de comportarse en diferentes situaciones, simplemente, los dejan que se expresen como les surge a priori, es decir, de forma básica…y ya se sabe…un arbolito debe crecer derechito a base de guías porque corre el peligro de torcerse cuando lo dejamos a su libre albedrío contínuamente.

Hay muchas personas, afortunadamente, que están educando en emociones. Es fundamental reconocer la emoción que siento en cada momento, pero no nos podemos quedar ahí sino ir más allá. Debo darme cuenta qué siento, pero además, debo desarrollar empatía, conocer qué puede sentir el otro ante mi comportamiento y es, como no, labor de los padres ayudar a sus hijos en esta labor, porque educar en emociones y en valores deben ir de la mano inexcusablemente o no estaremos haciendo nada.

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