Hoy he visto por tercera vez a una madre de cuatro hijos.
La primera vez que vino, su demanda era que su segundo hijo no dormía bien. Tras mantener una conversación y ver las circunstancias que la rodeaban a ella y a su familia, le hice ver la conveniencia de trabajar otros aspectos, ya que el niño no dormiría bien hasta que no cambiara determinadas situaciones.
La segunda vez que vino, aunque aún no había conseguido nada, había interiorizado la idea general en la que debía trabajar.
Hoy, por tercera vez, vino y me explicó sus avances y sus próximas conquistas, muy entusiasmada y contenta, con con un motor dentro de ella que transmitía ese entusiasmo y así lo recibí…y así se lo hice saber.
Mi explicación para que ella me entendiera fue: » Fulanita, me siento muy contenta de tus avances, la imagen mental que puedo describirte que eras en la cita 1 fue una PIEDRA, algo inerte que está ahí puesto, donde la han puesto, sin frío ni calor, ni viva ni muerta, en cambio ahora, te veo como a una PERSONA, con unas ilusiones, con unas metas, con unos objetivos y con la energía suficiente como para conseguirlo».
No os tengo que explicar la sonrisa enganchada de oreja a oreja con la que se fue esta mujer de la sesión.
¿Y tú, qué eres, piedra o persona?
Por casos como este, merece la pena ser psicóloga.