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No hay dos pacientes iguales. No hay dos diagnósticos iguales.

Sonia Esquinas. Psicóloga Sanitaria

Formación Cualificada

Psicología sanitaria

Trayectoria consolidada

+ de 25 años de Experiencia

Como sabéis soy de Sevilla. Como sabéis esta semana hemos tenido Feria.

Iba yo caminando hacia el recinto ferial, concretamente en la acera de «La Calle del Infierno», que es donde se instalan todas las atracciones y me encuentro delante a una pareja que iba con su hijo de unos 6-7 años.

Este niño llevaba en la mano un arco y una flecha de plástico que con toda seguridad se la habían acabado de comprar en uno de los puestos que nos rodeaban.

Me llamó la atención porque este niño iba bufando, dando grandes zancadas y hacía aspavientos con sus brazos cuyas terminaciones eran en un lado el arco y en el otro la flecha. !Qué enfadado estaba!!

La madre, detrás de él, le iba explicando algo y pretendía tranquilizarlo, cuanto más le hablaba, más bufidos, aspavientos y zancadas daba el hijo, hasta que, en un momento determinado, se volvió y tiró a la cara de la madre la flecha (menos mal que era de plástico), se dió la vuelta y siguió con los bufidos y las zancadas.

La madre, con toda la naturalidad y paciecia, se agachó a coger la flecha, llamando a su hijo por su nombre con un tono aún más conciliador si era posible.

En ese momento tuve que adelantarlos porque se encontraron con otra familia y empezaron a saludarse, aunque el niño seguía enfadado a varios metros de sus padres.

Lo que se me pasó por la cabeza era que esta forma de actuar no era la primera vez que se producía así, recordemos que el niño tenía unos 6-7 años, ya no era ningún niño pequeño que pudiera tener una rabieta, y si esto era así, en qué momento iba a cambiar la actitud del niño hacia su madre, e incluso, en qué momento iba a empezar a gestionar esta madre los conflictos con su hijo para que no ocurriera más.

Debemos tener muy claro que a los niños hay que ponerles límites, pero este trabajo se hace sobre todo en casa, para que cuando estemos en la calle, tengamos una base de gestión de conflictos.

A los niños hay que enseñarles autocontrol, no porque vayan creciendo lo van adquiriendo por sí solos, muy al contrario,

A los niños hay que enseñarles repeto, tanto hacia a ellos mismos como a los demás.

No nos puede dar miedo encararnos con nuestros hijos y no permitirles determinadas conductas que pueden crecer y llegar a ser agresiones.

Ojalá esos padres lean esto y se sientan identificados, así empezarán a educar a su hijo (recordad que educar no es otra cosa que enseñar a vivir en sociedad), porque si no empiezan a poner ya remedio, con mucha probabilidad se van a quedar para siempre en «La calle del Infierno».

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