El sábado fui a ver esta película.
Advierto que si no la has visto y pretendes hacerlo, no leas esto, para no estropear.
Si no hubiera sido psicóloga, (yo me conozco) y me hubiera quedado con la historia de un niño al que le hacen bullying en el colegio y además su madre se está muriendo, con la guinda del pastel de que tiene un padre ocupado en su nueva vida en la que «no cabe» su hijo.
Pero la historia es mucho más profunda que todo eso, es la historia de un niño que NO ACEPTA la enfermedad de su madre, la historia de un niño que se siente CULPABLE porque necesita que todo termine, por su madre y por él mismo, y la necesidad de ser CASTIGADO por tener ese sentimiento.
En todo ese proceso, personaliza a su inconsciente en un monstruo, un monstruo bueno, que lo hace reflexionar y cuya misión es CURARLO, aunque él pensaba que a quien iba a curar era a su madre. Curarlo de esa No Aceptación y a partir de ahí, tener la capacidad de poder vivenciar un duelo que de otra manera podría haber llegado a ser patológico.
A través de las tres historias que le cuenta el monstruo, el niño va transitando en su dolor, aprendiendo que no siempre hay un bueno ni un malo, que nadie es así al cien por cien, que todo tiene un transfondo y que hay que escuchar a todos porque las cosas no siempre son como parecen.
Aprende a que hay que tener fe y hay que creer en uno mismo por encima de todo. Que creer es la mitad de toda curación (y hablamos de la curación emocional).
Aprende que ser invisible no es bueno, hay que verbalizar siempre lo que sentimos, lo bueno y lo malo, nuestras tristezas, nuestras angustias, nuestros miedos. Pero de la misma forma, cuando tratamos con niños, hay que contarles lo que sucede, a su nivel de comprensión y con la debida delicadeza, pero la falta de información aún hace más daño, ya que las lagunas se cubren con fantasías.
Que hay muchas formas de expresar el dolor, a veces, rompiendo cosas, a veces, gritando, a veces, enfadándonos y todas sirven por igual porque es parte de afrontarlo.
La angustia de no poder verbalizar, pero no se cura si no se habla,
-«Hay que aceptar la verdad»,
-«Aceptar la verdad la matará»
-«Lo que te matará es no decirlo».
Varias veces en la pelicula el niño pregunta que si lo van a castigar por distintos actos, necesita ser castigado y «busca»a su acosador para que le pegue. Esto no significa que siempre sea así en los casos de bullying, pero en la película sí, por eso el que le pega le pregunta que por qué siempre está cerca cuando levanta la mirada y por eso, él mismo lo verbaliza en su propia historia que le cuenta al monstruo «solté a mi madre y merezco que me castiguen».
Quién no ha sentido culpa por la necesidad de que todo termine de una vez en una larga enfermedad, cuando vemos que no hay solución, nos sentimos egoístas pero es que es un mecanismo de defensa normal en los seres humanos y de ahí la profundidad de la película.
Quién no SUELTA, a su expareja, a la persona que de una u otra forma ya no está como si recordando y aferrándose al sentimiento y a la negación de la pérdida, hiciera de forma mágica que siguiera existiendo o que vaya a volver en una ruptura, «!si yo la pienso, no me olvidará y volverá», «si no acepto lo que está pasando, dejará de existir el problema», pero esto no es así.
Y por último, «lo que pienses no es importante, sino lo que hagas», ese pequeño empujón para expresar que «no quiero que te vayas», ese abrazo y esas lágrimas.
La película tiene tantos matices y detalles que me alegro de ser psicóloga para haber podido tener la oportunidad de sacarle todo el jugo posible. (Aunque tampoco es condición necesaria, claro)
No es una historia cualquiera la que nos cuentan, es la historia de cada uno de nosotros y los monstruos que creamos para poder sobrevivir a los momentos difíciles a los que de vez en cuando nos debemos enfrentar, porque hay que ACEPTAR para poder evolucionar.