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No hay dos pacientes iguales. No hay dos diagnósticos iguales.

Sonia Esquinas. Psicóloga Sanitaria

Formación Cualificada

Psicología sanitaria

Trayectoria consolidada

+ de 25 años de Experiencia

Los que me conoceis, sabeis que no suelo ser políticamente correcta cuando veo algo que no llego a entender del todo y que me subleva.

Los que me conoceis, sabeis que voy en contra corriente en muchas áreas de la vida, incluidas algunas teorias referentes a mi profesión.

En este caso, y debido ya a que año tras año los medios anuncian a bombo y platillo el síndrome postvacacional, me he propuesto aclarar realmente de qué estamos hablando.

En principio, vamos a definir Síndrome. Este concepto se refiere a un conjunto de síntomas, pero que no son los suficientes como para conformar un trastorno.

Por lo tanto, Sindrome Postvacacional se refiere a una serie de síntomas que experimentamos al volver de las vacaciones, como puede ser, apatía, desgana, sueño alterado, tristeza…

Me encantaría preguntarle a la extensa lista de parados que existe en este país si ellos tienen el síndrome postvacacional o si creen que lo tendrían si encontraran un trabajo. ¿Qué creeis que nos contestarían?. ¿No creeis que esas personas estarían muy motivadas por haber conseguido un empleo?.

Bajo mi humilde opinión, entiendo que un sinónimo de este síndrome no es otro que PEREZA, pereza a volver a estar atados a unos horarios y a unas obligaciones en contra de nuestra voluntad.

En este mundo en el que vivimos en el que a todo ponemos nombre, al conjunto de síntomas que podemos sentir cuando nuestra vida laboral no nos llena, no nos motiva, no nos entusiasma lo hemos bautizado bajo esta denominación para poder aceptar que sentimos una gran pereza, que es como una palabra tabú, al igual que cuando no queremos pronunciar la palabra cáncer y la cambiamos por «una cosa mala», pues lo mismo.

Creo que si el trabajo que realizamos nos gusta y nos llena, no llegamos a sentir este «síndrome» porque tendremos una motivación intrínseca (dentro de nosotros) pero aún si no nos gusta, sólo con la idea de agarrarnos a la motivación extrínseca (de fuera de nosotros) que es conseguir dinero para vivir, para pagar nuestras facturas en mayor o menor medida, sería suficiente para no sentir estos sentimientos negativos. Aunque yo entiendo que vivir en unas contínuas vacaciones y sin obligaciones ni horarios debe ser una pasada…o no, pienso que también nos llegaríamos a aburrir.

¿Pero por qué antes no se escuchaba esta pseudopatología y ahora sí? Pues porque símplemente antes no tenía nombre, entre otras cosas, porque la intensidad con la que se vivían esos síntomas eran mucho más livianos, ya que la cultura del esfuerzo y del conseguir objetivos estaba mucho más extendida, a diferencia de lo que ocurre hoy en día, que queremos tenerlo todo, como sea, pero YA y postergar gratificaciones y atender obligaciones de buen grado, no está socialmente aceptado.

Lo dicho, es mi opinión. 🙂

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