Hace un tiempo, existía un anuncio en la televisión en el que un niño de unos 7-8 años aparecía con una braguita-pañal y decían que «no pasa nada»….
Es normal, que padres y madres que no se dedican a esto de la psicología se confundan y se dejen llevar por los consejos del mercado y del consumismo, pero tenemos el deber de informarnos.
En torno a los 2.6 puede ser habitual que los niños ya estén lo suficientemente maduros como para controlar los esfínteres, por lo que es un momento adecuado para empezar a entrenarlos y así quitar los pañales. Ahora que empieza la primavera es la época idónea, además la mayoría de escuelas infantiles, ayudan en este trámite.
Una vez que hemos quitado los pañales, no debemos ir hacia atrás.
Pueden ocurrir tres cosas:
-1.-El niño aprende en un par de semanas. Primero debemos quitar los pañales de día, en vigilia, después en la siesta y por último en la noche. El tiempo total puede ser de un mes, aproximadamente, pero depende de cada niño.
-2.-El niño no aprende. Puede llegar a conseguir el control en vigilia pero no de noche, pasando años en conseguir este control. Este tipo de Enuresis sería de tipo 1 o primaria.
-3.-El niño aprende durante un tiempo y después vuelve a hacerse por las noches. Enuresis secundaria.
Tanto en el punto 2 como en el 3, entran en juego las braguitas pañal, pero atención, no me valen las explicaciones de…»se lo pongo de noche y no se da cuenta»…¿no?, ¿estás segura?….los niños son pequeños pero no son tontos.
Hay madres que me dicen, le he quitado el pañal pero le pongo la braguita pañal, y yo le contesto, «ah! ¿y qué diferencia hay?» Si le pongo a mi hijo el pañal o la braguita, esperando a que cada día amanezca seco,le estoy indirectamente dando permiso para que se haga pis encima. No lo estamos ayudando.
Vamos a aclarar las ideas, si un niño de más de 3 años (en torno a los 5) se sigue haciendo pis de noche, o existe un problema físico, y debemos llevarlo al médico, o existe un problema psicológico, celos, inseguridad, miedos, inmadurez… y debemos acudir al psicólogo para ver qué puede estar ocurriendo.
Sea como sea, no podemos meter la cabeza como el avestruz y no querer ver que debemos ayudar a nuestros hijos en determindas circunstancias y esta es una de ellas.
Al final, lo que pretendemos es que nuestros hijos sean felices y lo podemos conseguir, dandoles lo que necesitan en cada momento.
