Este fin de semana hemos tenido la noticia de que tres menores han fallecido atropelladas por un turismo.
Puedo hacerme una idea de cómo se sentirán esas madres y esos padres. Debe ser horrible.
Lo que no puedo entender es qué hacían unos menores entre 12 y 17 años yendo por el arcén de una carretera, de un pueblo a otro, antes de las 7 de la mañana. Me puedo imaginar, aunque son sólo suposiciones, que esa noche habían salido de marcha y volvían a esas horas…
Y es que, como madre de adolescente, vivo los comentarios de mi hijo con respecto a los horarios de algunos de sus amigos y conocidos. En líneas generales, esta generación de menores, no tienen horario de vuelta a casa. Es otro síntoma más de la falta de límites en la que viven. Los padres hemos olvidado que nuestra mayor responsabilidad es cuidar a nuestros hijos y uno de los cuidos principales es tenerlos en casa a unas horas adecuadas a su edad. Pero entiendo, que como todo lo relativo a la crianza de nuestros niños, la presión del grupo está por encima del sentido común.
«Soy el primero que me vengo», «tengo que volverme a la hora que empiezan a salir», «ninguno de mis amigos se recoge tan temprano», » me tengo que recoger siempre cuando estamos en lo mejor»…son las quejas más frecuentes con las que nos enfrentamos.
Muchas veces, muchas, me he tenido que plantar y hacerle ver a mi hijo que a partir de determinada hora lo único que hay en la calle es alcohol y conductas desbordadas y que por mucho que él no beba o no se meta en problemas, puede estar alguien a su lado que sí y que puede encontrarse con una situación difícil, que lo mismo que hace a una hora lo puede hacer a otra y que siento mucho que sea yo la que le ha tocado como madre, pero que soy yo la que está haciéndolo bien en ese aspecto.
Como decía mi abuela, «lo que está para tí, no te lo quita nadie», pero bien es cierto que yo vivo con la conciencia muy tranquila y si le ocurre algo, no podré sentirme culpable por no haberle puesto este límite horario adecuado a su edad.