La sillita de pensar es una herramienta que tenemos los adultos para enseñar a nuestros hijos a que sus actos tienen consecuencias.
Muchos padres y madres creen que cuando sentamos a los niños en ella, realmente se paran a pensar lo que han hecho, pero esto no es así, de lo que realmente se trata es de ACOTAR en el TIEMPO y en el ESPACIO al niño, por lo que me dará igual que mi hijo esté sentado o de pie, sobre la pared o en el medio de la habitación, es lo de menos.
La sillita de pensar es muy efectiva si se utiliza bien pero debemos ser conscientes de que hay que usarla bien, no es una fórmula milagrosa por sí misma.
El tramo de edad más indicado es de los 2 a los 4 años, ya que después, es mucho más efectiva la Retirada de privilegios.
Os pongo un ejemplo práctico para explicar la técnica: Javier, de 3 años, se sube contínuamente en el sofá de su casa. La madre, desesperada, me pide ayuda porque ya no sabe cómo decirle a su hijo que no se suba en el sofá.
Lo primero que debe hacer la madre una vez que el niño se ha subido es decirle con tono firme «Javier, bájate del sofá o te llevo a la sillita de pensar» (la primera vez se informa de cuál es la conducta adecuada y la consecuencia que puede tener).
Javier sigue teniendo la misma conducta, por lo que la madre cumple con lo que ha dicho y lo lleva a la sillita de pensar.
Debemos tener en cuenta una serie de características:
– siempre usaremos el mismo sitio. No pasa nada si en un momento determinado no estamos en casa y lo tenemos que acotar en otro sitio diferente, lo que pasa es que la mente funciona por asociaciones y si repetimos el sitio, se asocia esa consecuencia de manera más fácil.
– Estaremos nosotros al lado en todo momento. Muchos padres me dicen «es que se levanta y se va», pues claro!!, yo también me iría!, pero si nosotros le cortamos el paso, aunque llore, aunque se tire al suelo y presente una rabieta, su consecuencia estará siendo efectiva.
– Estaremos aproximadamente 1 minuto más de la edad que tiene. Para nada tenemos que comprar un cronómetro, simplemente contaremos del 1 al 60, si Javier tiene tres años, lo haremos 4 veces. Si tenemos más prisa contamos más rápido y si no tenemos tanta prisa, lo haremos como un segundero. El hecho de tener que atender al conteo, nos servirá como técnica de autocontrol para no atender al niño ni a su posible llanto y no reforzar su comportamiento.
-No atenderemos la conducta del niño mientras está en su consecuencia. Para entender esta característica os remito al post «LA ATENCIÓN ES LA GASOLINA DE LA CONDUCTA». Pensad que sólo estamos ahí para que el niño no se vaya de «la loseta» donde lo estamos acotando, así que nada de hablarles, hacerles razonar, mirarlos…NADA!, sólo se pretende una presencia física, no emocional.
Una vez que hemos contado las 4 veces, según nuestro ejemplo, repetiremos la norma «Javier no se sube en el sofá», le damos un besito de perdón y nos vamos de esta escena.
Atención:
-No pretendemos que los niños nos den un besito de perdón a nosotros, de hecho, habrá muchos que estén muy enfadados en esos momentos, somos nosotros los que se lo daremos a ellos.
-Debemos tener cuidado con que al acercarnos a darles el besito, al estar enfadados, nos pueden intentar pegar. Debemos ir por delante y poner medios para que esto no ocurra, porque no debemos consentirlo y no nos conviene ir consecuencia tras consecuencia de forma tan seguida.
– Salir de la escena lo antes posible es importante para no atender el posible berrinche derivado de la técnica.
-No podemos trabajar todo el día con esta herramienta, por lo que se recomienda determinar semanalmente qué conductas vamos a modificar y será esa y no otra la que provocará que usemos esta herramienta.
-Hay niños que una vez que se le termina la consecuencia, vuelven directamente al sofá y se suben en un acto de desafío. En este caso tenemos dos formas de reaccionar, por un lado, «no darnos cuenta» y dejarlo pasar, ya volveremos a la tarea en otro momento pero no de forma tan seguida. (Si veis que los niños se han dado cuenta que vosotros os habeis dado cuenta que ha vuelto al sofá, no tendréis otro remedio que actuar de nuevo).
Por otro lado, «darnos cuenta» y actuar.
Algo clave en la educación es ser constantes y coherentes, no nos vale trabajar una conducta un día y al otro no porque estamos cansados, enfadados, con prisas… porque los niños se aprovecharán de ello y siempre irá en contra de su educación.
Y para terminar una reflexión…los niños de estas edades no hacen nada lo suficientemente grave como para tener que estar en contínua alerta. La motivación que debemos tener los padres para trabajar bien estas conductas y ponerles consecuencias no es otra que saber que ahora son muy permeables pero en unos años no lo serán tanto y es muy importante que aprendan de manera efectiva que sus actos tienen consecuencias negativas para ellos. Sólo así, estaremos poniendo una base sólida para el periodo de la adolescencia.