La naturalidad en el trato y la conversación sin artificios son clave para una buena terapia y una buena mediación, donde el paciente (cliente) se relaja y deja fluir sus emociones, evitando en lo posible sus autocríticas.
Las grandes puestas en escena y las palabras rimbombantes pasaron ya a mejor vida, ya que en líneas generales cohartan al individuo.
Esta forma natural se evidencia en la postura que la persona adopta, desde el filo de la silla y los brazos y piernas cruzadas hasta apoyarse en el respaldo dejándose envolver por el sillón.
No hay nada más motivador para un profesional que ver cómo va evolucionando la postura de su interlocutor y a la vez, su discurso, reforzándolo a través de sonrisas que provocan feedbacks de aceptación incondicional, de comprensión y respeto en la que las defensas bajan y se vuelve más permeable a nuestros comentarios.
Todo esto conlleva a una sintonía emocional en la que se basa el proceso de cambio de nuestro paciente (cliente)…
…y pensar que el orígen de todo fue ser natural…