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No hay dos pacientes iguales. No hay dos diagnósticos iguales.

Sonia Esquinas. Psicóloga Sanitaria

Formación Cualificada

Psicología sanitaria

Trayectoria consolidada

+ de 25 años de Experiencia

No son pocas las madres que me comentan lo mal que se llevan sus hijos.

En general se sienten cansadas de tener que estar siempre solucionando conflictos e impartiendo justicia. Además de la tristeza y preocupación que esto les produce, ya que piensan que esta situación se puede cronificar y no quieren ni pensar que esto mismo se repita pero con sus hijos ya mayores.

Cuando les explico la conducta básica que ellas deben seguir, se ponen las manos en la cabeza, y yo, como madre, lo entiendo, pero también sé que es la manera adecuada de actuar.

¿Queréis saber cuál es esta conducta? pues simplemente no intervenir.

En el momento en el que los niños empiezan a pelearse, siempre, cada uno de ellos cumple un rol. Uno será el que pega, otro será el llorón, otro será el que grita…y cuando vamos y preguntamos, cada uno tendrá una versión totalmente distinta de lo ocurrido. ¿Y qué hacemos entonces?, ¿Estaremos siendo justo verdaderamente?¿no nos estamos dejando llevar para tomar partido por los prejuicios que tenemos de cada uno de nuestros hijos?. Si no hemos sido testigos con nuestros propios ojos de lo ocurrido, no podemos impartir justicia porque casi seguro que nos estaremos equivocando.

Por otro lado, como bien sabeis los seguidores de este blog, los niños quieren sobre todo atención, sea de la manera que sea, y si a través de las peleas, sus mayores los atienden, las usarán sin dudar, por lo que, al hacer caso omiso de las trifulcas de nuestros hijos, no estaremos reforzándolas y la frecuencia de éstas, poco a poco irá decrementando.

Las madres me dicen, «vale, yo no los atiendo, pero los niños vienen para quejarse de lo que les ha hecho su hermano, ¿qué hago?», pues muy fácil, se les contesta «yo no quiero saber nada, arreglarlo vosotros». Os aseguro que en cinco minutos han vuelto a jugar como si nada hubiera pasado.

Debemos tener claro que tenemos que darles a los niños la oportunidad de saber gestionar sus conflictos, son ellos los que deben aprender a buscar soluciones y esa será la única manera de que, cuando sean mayores y tengan un problema con sus hermanos, sean capaces de solucionarlos. Las madres no vamos a estar siempre ahí para hacer de «velcro» entre los hermanos. Si ellos aprenden estas herramientas de gestionar sus conflictos, serán hermanos unidos emocionalmente, no les hará falta una madre «pegamento».

Pd.: la sangre casi nunca llega al río, que es lo que siempre tememos 😉

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