Llega la época de los exámenes.
Algunos padres me preguntan si es bueno sentarse con sus hijos a hacer los deberes y estudiar con ellos. Yo siempre les respondo lo mismo: Al igual que en la educación general, debemos hacerlo «de reojo». ¿Qué quiero decir con esto?, pues sencillamente que hay que tener presencia pero no estar en la misma loseta.
Si nos sentamos directamente con los niños y afrontamos la tarea de una manera directiva, los niños se acostumbran a que se les dé todo hecho. No aprenden a pensar, a ordenar sus ideas, a resolver dudas por sí mismos, a mantener la atención durante un tiempo adecuado…llevarán sus tareas hechas, eso sí, pero con el coste de que no habrán aprendido las estrategias adecuadas para hacerlo por sí solos y en el momento en el que no podamos trabajar con ellos de esa manera, no serán capaces ni de sentarse delante del escritorio.
Por el contrario, al tener presencia únicamente, podemos estar cerca, tanto física como emocionalmente, le estaremos dando la seguridad necesaria como para enfrentarse a la tarea y seremos capaces de mantener su atención en sus estudios, ya que con una sola mirada, seremos capaces de reconducirla a sus libros.
Es un estar sin estar. Por supuesto, para llegar a este punto, debemos haber empezado desde un estadio mucho más cercano y directivo, para gradualmente ir «soltando cuerda» y llegar a la meta de que no necesiten ni nuestra sola presencia para abordar sus tareas.
Es un trabajo de años, pero este ACOMPAÑAMIENTO, como yo lo llamo, es transitorio, es IR JUNTOS EN EL CAMINO, (la base de la educación es acompañar a mi entender), hasta que ellos ya no lo necesiten y provoca la mayor satisfacción ver los resultados del tiempo bien invertido.
